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Andrea Feo y AnnieBlosom: dos personas con la misma vida

Sobre el autor

Juan Camilo Moreno Cuellar

Juan Camilo Moreno Cuellar

Ideamos un espacio para conversar con Yohana Andrea Feo: exmodelo Webcam de Galarina Estudios. Hablamos sobre su vida: una historia repleta de fuerza, valentía y resistencia.

A los siete años, la pequeña Andrea observaba como el guarda de seguridad de la bodega donde vivía junto con sus padres y hermanos, se tocaba al frente de ella. Con total inocencia, con esos ojos rasgados y pequeños que la caracterizan, veía desde temprana edad cómo el mundo soltaba a quemarropa retos difíciles, y la invitaba a preguntarse: “¿por qué?”.

Todo en contra

“Desde chiquita me pasaron muchas cosas.
Ahora, que lo hablo, me pregunto:
‘¿qué no me ha pasado a mí?’”

“La mala suerte me acompaña desde que nací”, cuenta Andrea entre risas. Me mira a los ojos siempre al hablar; unos ojos pequeños que, mientras sonríe, y lo hace muy seguido, se esconden entre sus parpados. Cuenta con un semblante cálido y gentil. Está dispuesta y lista para contarme su vida. Fue modelo Webcam, y encontró en ese oficio una redención a los malos tiempos; experiencias únicas, y algunos amigos. Uno de ellos quiere contar su historia, y es quien ahora escribe esta entrevista.

Andrea nació en Bogotá, pero vivió gran parte de su vida en Pacho, Cundinamarca, con su abuela. Ella la acompañó sus primeros años y le enseñó a ser una mujer fuerte y valiente. La estaba preparando para cuando ya no estuviera. “Yo la amaba mucho, y me encerré en mí cuando ella falleció. Tuvo un accidente en moto y murió. Mi abuela se fue y me volví mucho más tímida”. Volvió a Bogotá, a Soacha, y se encontró con un ambiente caótico, con el que vive, y en el que ha estado inmersa los últimos años.

Sigue sonriendo mientras me cuenta sus experiencias. Cuando su familia salía a buscarse el día, a Andrea la visitaban repentinos cambios de humor, a los que más adelante le encontraría una explicación, cuando la diagnosticaron con trastorno de bipolaridad. Los días pasaban y su infancia se diluía también. Con las compañías incorrectas, y sin saber controlar su salud mental, el refugio que halló fue el peor. Empezó a consumir drogas, “me sentía tranquila cuando consumía marihuana, perico y el fármaco Revutril. A los doce encontré una salida a tanta desesperación. Mis supuestos amigos me las daban. No tenía a nadie, No tenía con quien hablar, ni nada”. Los pasos que seguía dando estaban llenos de peso y deriva. Pero siguió fuerte, y seguirá siempre así, a pesar del pasado que la acompaña.

«Me dediqué a ser mamá…»

“Uno conoce su cuerpo, y sabía que algo andaba mal.
Mi cuñada me dijo que me quedara callada.
Yo me sentía rara.
Me dolía el cuerpo, pero nunca dije nada.
Me empecé a cortar, a consumir más. Tenía solo 13 años”.

Cuesta imaginar a una niña que empieza a descubrir el mundo, sometida frente a las derrotas que sufría a diario. Una grande, sino la más grande, fue cuando un conocido de su mamá abusó de ella. A los 13 años, acompañada de inocencia, fue violada. Nunca encontró una solución frente a los traumas que trajo consigo ese episodio, solo quedó una consecuencia que sería de barco frente al naufragio: Andrea estaba embarazada, y sería mamá a temprana edad. “Mi mamá me decía que no la tuviera, pero yo decidí tenerla. Era mi hija, sea como sea. Me dije a mi misma, ‘ya soy mamá y tengo que asumirlo’”.

A raíz de la violación, Andrea presentó diferentes momentos de estrés fuera de sí, y de completa desolación. “Me intenté suicidar tres veces. Una vez me corté las muñecas profundamente, y me desmayé. También me le lancé a un carro y ya estaba embarazada de mi hija. Y la tercera fue consumiendo pastillas. Una sobredosis. Tuvieron que hacerme un lavado de estómago para poder recuperarme”, cuenta Andrea. Me sigue mirando mientras habla, y lanza pequeñas risas mientras escucho atento su historia.

Abandonó el colegio por un año para vivir el embarazo tranquila. Empezó a trabajar vendiendo ropa en el centro de Bogotá. “No quería que hablaran de mí, y así lo hice. Asimilé las cosas, y me pareció normal. Me sentía una mamá responsable. Dejé de consumir y me dediqué a ser mamá”. El año que pasó fuera del colegio se centró en asumir la realidad en la que estaba; las  metas que tenía por delante, y el futuro que debía construir para ella y su hija. La vida se estaba organizando, pero fantasmas del pasado visitarían a uno de sus seres queridos más cercanos.

Una serie de malas decisiones

“Un día golpearon a la puerta
y nos dijeron que mi hermano había recibido un disparo en el cuello.
Lo trasladaron al hospital, y sobrevivió.
Lo reanimaron.
Tenía problemas de sectores y fronteras invisibles.
Lo quisieron matar por apoderarse de una zona que no era de él”.

Andrea tiene dos hermanos. Uno de ellos incurrió en actividades delictivas desde muy temprana edad. Cuando se mudaron a Soacha, empezó a vender drogas. Se hizo fama en el barrio y tuvo problemas por las guerras entre sectores y vendedores. Se fue a prestar servicio militar para calmar el ambiente. “Mi hermano empezó a vender drogas, y comenzó a tener problemas con los que se las surtían. Nos tuvimos que ir del barrio. Llegamos a Compartir, Soacha, y mi mamá lo mandó a prestar servicio”, parecía que el escarmiento y el escape le servirían para centrarse en actividades alejadas de lo ilegal.

“Mi hermano después del ejercito siguió vendiendo droga. Una tarde golpearon a la puerta y nos dijeron que había recibido un disparo en el cuello. Un disparo letal. En el hospital de Soacha lo trasladaron al hospital de Santa Clara, y sobrevivió. Lo reanimaron. Tenía problemas de sectores y fronteras invisibles. Entre bandas se tienen rencores. Lo quisieron matar”. Pasó el proceso de recuperación acompañado de su familia, pero el pasado no quería dejarlo ir. Un día recibió una llamada donde le decían que no fuera a salir de la casa porque habían matado al muchacho que le había propinado el disparo. Fue ahí cuando decidió irse para el Tolima, y buscar suerte alejado de tanta desdicha.

Andrea seguía viviendo su vida acompañada ahora de su hija. La pequeña crecía y crecía y se convertía en salvavidas para ella. Después de un tiempo, su hermano volvió y se encontró con las personas equivocadas. Alguien había matado al joven que le había disparado, y él, por alguna clase de azar, lideraba la lista de posibles culpables. No contaba con una defensa sólida, y lo hundía con rencor personal el fiscal encargado de la investigación. “Llegó una camioneta con el fiscal que siempre lo odio, y lo capturaron por supuesto asesinato del joven que le había disparado a él” Lo enviaron a la cárcel Modelo de Bogotá mientras se resolvía el caso. Pasaba tiempo y todo se estaba solucionando para que saliera. Al año, el fiscal que lo odiaba llegó con un testigo quien se identificó como el mejor amigo del joven que decían había matado su hermano, y lo culpaba del crimen. El juez no sabía qué hacer. ‘“Si no tiene un buen abogado que lo defienda, no puedo hacer nada’. A mi hermano lo sentenciaron a 17 años de cárcel en la Modelo. Estamos apelando. Yo sé que él es inocente”.

…y llegó a Galarina

“Me volví a hablar con una vieja amiga.
Ella publicó que estaban necesitando chicas en un estudio de modelaje webcam.
Me dijo que le iba súper bien y que era chévere.
Que eran buenos ingresos”

Andrea encontró una oportunidad de darle cambio a su vida, y experimentar nuevas cosas. En octubre del 2020, decidió presentarse al reclutamiento de modelos para Galarina Estudios, sede Artemisia. Quiso empezar su camino como modelo webcam, y lo hizo sin ninguna clase de estereotipo ni rechazo. “Me pareció super interesante. Les dije que sí. El primer día que estuve allá, me  encontré con un ambiente laboral muy positivo. Con un buen equipo y apoyo constante. Lo hice por una necesidad económica, pero también me pareció divertido. No pensé que fuera nada malo, nadie me tocó nunca y lo vi desde ese punto”.

Sonríe mientras cuenta su experiencia en el Estudio, y recuerda con gracia y aprecio la primera vez que estuvo frente a la cámara dispuesta a transmitir. Su nombre de modelo era AnnieBlosom, y encontró una especie de dicotomía entre lo que era su performance, y lo que en realidad era ella misma.  “Cuando transmití por primera vez, si me sentí extraña. Me tiraron al agua así de una vez (risas). Cuando yo llegué, era muy tímida y lenta en las cuestiones técnicas. Me daba miedo que salieran las cosas mal. Hasta para las fotos fue algo tenaz, por mi timidez. Pero nunca me sentí incomoda, porque no había razón para sentirme así. Entendí que estaba actuando, y que AnnieBlosom era muy diferente a mí, era otra persona”.

«Me gustó mucho ser modelo webcam»

Andrea tuvo que retirarse del estudio por cuestiones de salud. En este momento se está cuidando en esos temas y buscando diferentes opciones. Está estudiando para encontrar oportunidades en el sector de vigilancia, y tiene pensado empezar una carrera en ingeniería de sistemas. Abandonó el modelaje webcam, pero lo recuerda con completa admiración y respeto.

“La verdad a mí me gustó mucho ser modelo webcam. Uno conoce mucha gente y muchos usuarios. Ellos lo escuchan a uno. Es un buen trabajo para quien quiera dedicarse como tal a eso. Pero yo cargo con muchas personas encima. Mi familia, mi hija, mi tiempo. Este trabajo no es para todo el mundo. Es para las personas que estén dispuestas a sacrificar y a ser fuertes. Si uno es juicioso, funciona. Es esforzarse”.

Andrea terminó la entrevista dando gracias por el espacio. Pero agradecidos somos nosotros, que pudimos conocer su historia. Nos encontramos con un aliento fuerte y resiliente. Como Estudio guardamos un profundo respeto y cariño por personas como ella. AnnieBlosom, o Andrea Feo, se encuentran descubriendo la vida y haciéndole cara a los problemas que esta trae.

¡Mucha fuerza y valentía!