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Sobre el autor

Juan Camilo Moreno Cuellar

Juan Camilo Moreno Cuellar

Y empecé a ser para nunca dejar de existir. Soy ese deseo instintivo que nace bajo la función primordial de culminar un proceso de cortejo, o de obligación. No siempre soy utilizado de buena forma, y encuentran en mi un escape de ebullición para profundos deseos ocultos. Soy quien invita a la pasión innata en un sentido coqueteo. Soy el punto final y el principio de un encuentro anhelado y buscado desde tiempos pasados. Soy el Beso.

Y empecé a ser para nunca dejar de existir. La muestra ferviente de atracción parte del apego de cuatro labios, diferentes entre sí, que buscan con un afán intenso encontrarse. Nací para no morir nunca, porque la seducción es inmortal, como yo, que pasará un infinito detrás de otro, y seguiré aquí. Soy el átomo más antiguo desde que la humanidad se formó como materia prima en un paraíso inquebrantable pero agonizante. Soy ese deseo instintivo que nace bajo la función primordial de culminar un proceso de cortejo, o de obligación. No siempre soy utilizado de buena forma, y encuentran en mi un escape de ebullición para profundos deseos ocultos. Soy la puerta que tocan los que quieren adrenalina y persuasión; soy quien invita a la pasión innata en un sentido coqueteo. Soy el punto final y el principio de un encuentro anhelado y buscado desde tiempos pasados. Soy el contacto pronunciado de un objetivo necesario. Soy el Beso. Soy la lengua, y soy los labios que dejarán de moverse cuando el frío de la nieve los cubra, blancos, o morados, y se entierren las ilusiones perdidas de un mundo que vive por tenerme. Así lo nieguen, podrían vivir sin vida, pero no sin mí. En la memoria de quienes osan a invocarme, reposan momentos de atracción y excitación inevitable al contacto directo de un labio con otro. La saliva, protagonista, encuentra donde descansar. La lengua, porosa, busca donde hamacarse, y los labios urgidos se entrelazan en una hazaña memorable. Cubierta de viajes sin regreso, de canciones melódicas y de mieles eternas. El tiempo agresivo no encuentra como quebrarse mientras yo salto entre sus líneas y momentos. Soy eterno, y me adapto a todo lo que al frente se encuentre versátil. Soy el idioma universal. Soy el lenguaje más fácil de entender. Nazco cuando nacen. Sigo presente después de todo, y me remonto de la nada para volver a surgir. Presumo, como Beso, porque he visitado el globo terráqueo completo, de diferentes formas y apariciones. Viajo de un lado a otro, puedo ser uno, o dos, o miles a la vez. Empiezo en la fría Antártida, y culmino en los desiertos infernales de arenas sureñas. Soy la lluvia y el cálido aire. Soy redentor, soy las gracias de una voz, y el enfado del error. Soy el calor del roce, y la complicidad de las miradas. Abarco más vidas que Dios. Soy tangible. Estoy en los animales que se lamen, en los labios que se muerden con provocativo desdén. Soy el sol y la luna. Enemigo de las estrellas celosas, que me miran en las noches mientras me enorgullezco de abrir paso a la pasión desenfrenada. El fiscal y el delito. El médico y la enfermedad. El bombero y el fuego. Soy ejemplo de espejos retorcidos que buscan una atmosfera idílica. No hay final sin mí. Dejó en mi esencia la clave del desahogo. Soy todos y todas. Soy amor y dolor. También pasión y tristeza. Soy despedidas y bienvenidas. Citas y lejanías. La faena más grande desde que el humano se enteró de que lo era. Soy lo más buscado con total interés. Estoy en lo físico, y en lo que no lo es. En todos los lugares estoy. En la mente de quien me imagina, y recuerda la última vez que con sus labios me citó. Soy en mí mismo, la absoluta prueba de la nostalgia y el recuerdo. En la fatalidad de lo que no está, soy lo primero que se busca. Me recuerdan primero y último, por ser robado o concebido. Soy la majestuosidad del contacto físico más necesitado de todos los tiempos posibles. Soy porque me extrañan, y porque nunca me olvidan. Soy el Beso, siempre presto a la nunca efímera sensación del bien conseguido. Soy quien permanecerá después del fin.

Soy todo eso y más. Ahora, pregunto … ¿tú quién eres y qué haces besando a una pantalla?